La UPV diseña un programa prevención de la conducta suicida a través de intervenciones con animales
Investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) han diseñado, implementado y evaluado un programa pionero de prevención del suicidio juvenil a través de terapia asistida por animales. Los resultados de este programa han sido positivos ya que, tras someterse a la intervención, en este caso con perros, los jóvenes presentaron una reducción de la conducta suicida y de las autolesiones no suicidas, así como una mayor predisposición a buscar ayuda.
En el estudio han participado investigadores de la Facultad de Psicología y de la Facultad de Medicina y Enfermería. «En este trabajo hemos aplicado por primera vez la terapia asistida por animales, en nuestro caso perros, para tratar un fenómeno tan complejo como la conducta suicida en adolescentes y jóvenes», indica Alexander Muela, uno de los investigadores.
La población joven que presenta una conducta suicida no siempre es capaz de exteriorizar o compartir con sus familiares o amigos su malestar emocional, y en muchas ocasiones tampoco buscan ayuda o desconfían de los tratamientos tradicionales. «Lo que hemos observado es que el hecho de incluir animales en la intervención favorece la motivación y adherencia al tratamiento. Además, ayuda a establecer un clima de seguridad y confianza ya que el animal ejerce de lubricante social. Los perros que utilizamos están especialmente entrenados y preparados. Son animales dóciles, muy sociables y con gran flexibilidad ante estímulos estresantes. Son animales perfectos para ayudar a las personas que presentan una conducta suicida, ya que fomentan los lazos afectivos, reducen los sentimientos de rechazo y estigmatización, y promueven la comunicación espontánea, favoreciendo el efecto del tratamiento», señala Muela.
«A través del tratamiento hemos observado que los jóvenes han aprendido a detectar las señalas de alarma de suicidio y han aprendido estrategias de regulación emocional más recomendables que las autolesiones no suicidas», dice Muela. «Aprender a manejar esas señales de alarma, a ser capaces de buscar y pedir ayuda, y conseguir un sentido vital más esperanzador son las claves de este tipo de intervenciones», añade.
Según Alexander Muela, «los resultados preliminares obtenidos en este estudio piloto permiten afirmar que el programa puede resultar efectivo para reducir la conducta suicida y las autolesiones no suicidas en jóvenes con altos factores de riesgo de suicidio». «Una de las principales consecuencias de la presencia de animales es que facilitan las intervenciones de aprendizaje socioemocional y representan un factor añadido que maximiza su impacto», sostiene.