Somos el país con menor número de psiquiatras y sobre todo de psicólogos clínicos de toda de la unión Europea
Hace unos meses una gran amiga me llamó para felicitarme las Navidades. Su llamada me produjo una inmensa alegría, porque hacía mucho tiempo que no hablaba con ella y le tengo un especial cariño. Pronto noté en el tono de su voz cierta melancolía. Cuando le pregunté por su hermano al que ella cuidaba desde hacía más de 20 años, me dijo con tristeza que había muerto, que se había suicidado. Él padecía desde su juventud una grave enfermedad mental que llevaba con una aceptable calidad de vida. Participaba en talleres de lectura, de manualidades e incluso asistía a la Iglesia con cierta regularidad. Pero la irrupción del coronavirus destruyó su esquema de vida y lo sumió en un estado depresivo del que no pudo salir. Ya hemos conocido varios casos que tuvieron el mismo final, algunos de personas famosas como la actriz Verónica Forqué. Algo está fallando en nuestro sistema de prevención del suicidio, cuando la tasa de este se ha disparado en los dos últimos años, incluso entre nuestros jóvenes.
Hoy por hoy en nuestro país se suicidan 10 personas al día. Mucho ha tenido que ver en ello esta pandemia, que ha dejado graves secuelas anímicas en toda la población. Pero también, en nuestro sistema sanitario hay graves carencias en el ámbito de la salud mental. Hemos de tener en cuenta que en el 90% de las personas que consuman el suicidio, subyace un trastorno psicológico que en la mayor parte de los casos ya ha sido valorado por un médico, psiquiatra o psicólogo. Somos el país con menor número de psiquiatras y sobre todo de psicólogos clínicos de toda de la unión Europea. Estas deficiencias estructurales en nuestro sistema sanitario precisan una solución urgente que pasa por aumentar el número de plazas de formación de estas dos disciplinas en la sanidad pública. Es necesario un plan estratégico de prevención del suicidio, impulsado desde las instituciones públicas con atención telefónica, psicoterapias de apoyo gratuitas etc. El objetivo de este plan debe ser mejorar la información acerca de este tema, con especial cuidado, desterrando el «tabú» de épocas pasadas y sensibilizar al entorno familiar, a los medios de comunicación y en general a la sociedad para detectar precozmente el riesgo de estas conductas autolíticas. En definitiva una estrategia que fomente una sociedad menos competitiva y materialista, cuyos principales valores se basen en «los cuidados» y en la «educación emocional».