El suicidio está entre las tres causas más frecuentes de muerte entre jóvenes de 15 y 25 años, y la quinta en la franja de 5 a 14 años.
El suicidio se considera cada vez más como uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial. Una clara muestra de ello es que se ha situado entre las tres causas más frecuentes de fallecimiento en jóvenes entre 15 y 25 años , y la quinta en la franja de 5 a 14. La prevalencia de este comportamiento aumenta con la edad. En Aragón, entre el año 2009 y el 2018 se registraron tres fallecimientos por suicidio en menores de 14 años, un niño y dos niñas, en su mayoría en 2017. Entre los 15 y los 19 años, esta cifra se elevó a 91, de ellos 69 hombres y 22 mujeres.
Ante esta tragedia, los centros educativos de Aragón tendrán a su disposición una guía con pautas para la prevención del suicidio en el ámbito educativo y un protocolo de actuación inmediata, elaborada por un grupo de trabajo nacido en el seno del Observatorio Aragonés por la Convivencia y contra el Acoso Escolar, coordinado por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón. La guía, que se ha presentado este lunes en el pleno del Observatorio, forma parte esencial del desarrollo de la Estrategia de prevención del suicidio en Aragón.
Hay que destacar también la gran importancia que tiene el suicidio como responsable de mortalidad prematura. Entre los jóvenes de 25 y 44 años es la primera causa de fallecimiento no previsible y entre los 15 y los 25 años , la segunda. Las muertes por este motivo entre los 25 y 44 años han superado ampliamente a las de accidentes de tráfico, según los datos que incluye la propia guía.
«Los centros educativos son espacios muy adecuados para detectar posibles riesgos de ideas suicidas, aplicar factores de prevención y hacer una intervención precoz”, ha destacado la consejera de Sanidad de la DGA, Sira Repollés con motivo de la presentación de este documento. Por su parte, el consejero de Educación, Felipe Faci, ha subrayado que también es importante no «silenciar» en el aula la pérdida de un compañero y hablar sobre ello para que los niños y adolescentes puedan expresar sus sentimientos y dudas y ayudarles así en su proceso de duelo.
«Fundamentalmente hay que escuchar y acompañar. Nunca hay que minimizar las situaciones de desesperación que pueden mostrar los escolares», ha subrayado el director general de Asistencia Sanitaria del Gobierno de Aragón, José María Abad. Asimismo ha indicado que la adolescencia es una «fase vital de cambios sociales, emocionales y de relaciones con los compañeros» en la que hay que prestar atención a las señales de alerta que puedan dar con sus comportamientos.
El protocolo establece señales de alerta verbales y no verbales que indican que una persona puede estar teniendo serios pensamientos de quitarse la vida. En este sentido, Repollés indicó que los docentes tienen que estar vigilantes a indicios como «las actitudes corporales, los cambios en el rendimiento en el colegio y en las relaciones con sus compañeros«, además de otras actitudes como «un baja autoestima, la poca capacidad de transmisión sobre lo que les pasa y el aislamiento social dentro de la clase y entre sus propios amigos».
Dada la complejidad del abordaje de la ideación y la conducta suicida la difusión de la guía se complementará con un plan de formación a los docentes. De la misma forma, desde el Departamento de Sanidad se ha realizado una formación complementaria y específica a los especialistas de la red de salud mental infantil y juvenil que prestarán su colaboración y asesoramiento en caso de producirse un suicidio en la comunidad educativa.
La publicación presenta dos partes claramente diferenciadas, que responden a su doble finalidad. Por una parte, supone una guía clara y sencilla dirigida a los centros escolares en la que se recogen estrategias y mecanismos de prevención, detección y pautas básicas de actuación sobre qué se debe y qué no se debe hacer en caso de detectar un posible caso de ideación suicida. Se trata de una guía visual y práctica que trata la cuestión de una manera global, creando un procedimiento lo más sencillo posible de detección de señales de alerta, de abordaje de conductas de ideación suicida y, sobre todo, de protección del alumnado ante estas situaciones. Estos factores de protección pueden adquirirse a través de estrategias y herramientas trabajadas desde la familia, el entorno social y el ámbito educativo, según recoge el documento. Asimismo, el texto establece que cada centro deberá adaptarlo a su Plan de convivencia.
Por otra parte, se detalla un protocolo de actuación inmediata que permite poner en marcha una serie de mecanismos coordinados entre diferentes administraciones, instituciones y profesionales. En caso de consumarse el suicidio, el protocolo incluye una guía sobre cómo tratar el asunto en el aula, ya que los expertos concluyen que silenciar el hecho es un error.