A pesar de la vuelta a la normalidad, los niveles siguen muy altos, según la Fundación Anar
El confinamiento estricto de la población, las restricciones, la imposibilidad de jugar con sus amigos, no poder ir al colegio e, incluso, en algunos casos el fallecimiento de seres queridos ha dejado un gran perjuicio psicológico entre los menores. Las autolesiones, la depresión y los trastornos de alimentación aumentaron durante 2020 en todas las etapas de edad y reflejan el gran impacto que la crisis ha tenido en la sociedad.
Uno de los problemas que más aumentó en 2020, según datos que la Fundación ANAR, fue el gran incremento de la violencia contra los menores, constituyendo más de la mitad de las peticiones de ayuda que recibió el teléfono gratuito de esta organización. En concreto, las llamadas por maltrato físico pasaron de un 13% en 2019 a un 15,8% en 2020. Son datos del ‘Informe anual 2020: el Teléfono/Chat ANAR en tiempos de Covid-19’ que presenta este miércoles la Fundación ANAR, y al que ha tenido acceso ABC en exclusiva.
En él se pone de manifiesto el gran impacto que la crisis sanitaria ha tenido en los menores, también reflejado en las 11.761 consultas graves que tuvieron que gestionar, una «barbaridad» en palabras de Benjamín Ballesteros, director de Programas de ANAR. La gravedad de los casos se refleja en el elevado número de intervenciones de emergencia: 2.277 a lo largo de 2020, con una media de 6 diarias y que se trataron de agresiones, violaciones, fugas o intentos de suicidio.
Niveles preocupantes
Los niveles más preocupantes, como explica Ballesteros, se alcanzaron durante el confinamiento, donde las ideas de suicido se dispararon un 244,1% y donde ahora, a pesar de haber recuperado una vida más normal, sigue en niveles muy altos. «En un momento donde los menores deberían tener menos presión que nunca porque estaban protegidos de la calle, mantenemos las mismas cuotas de violencia que otros años debido al crecimiento de la violencia física. El maltrato físico y todas estas presiones provocaron que tuvieran sensación de no poder aguantar más y muchos de ellos lo expresaron en ideas de suicidio», explica Ballesteros al poner de manifiesto la importancia que ha tenido el fácil acceso a internet de estos jóvenes. «Cuando acceden a internet hay muchas ideas de cómo llevarlos a cabo. Muchos no lo harían si no tuvieran acceso a esta información», continúa. Es por lo que pide que se regule su acceso a internet, y lo justifica con datos: «En uno de cada tres casos, la tecnología estaba implicada en los problemas que nos contaban los menores».
La pandemia y todas las restricciones han provocado un aumento de la ansiedad, baja autoestima, depresión y tristeza hasta la edad de 18 años. Así, aunque conforme fue avanzando el año fue disminuyendo paulatinamente, la ansiedad aumentó un 280,6% en el durante el confinamiento estricto, algo similar a lo que ocurrió con la baja autoestima, que en los primeros meses se incrementó un 212,3%.
La vuelta a la rutina
Es por ello por lo que muchos de los menores, según la Fundación ANAR, que fue declarada operadora de Servicios Esenciales y que gestionó 166.433 peticiones de ayuda en España, han aumentado sus ideaciones y tentativas de suicidio y utilizado mecanismos de autorregulación emocional dañinos con el fin de lograr la reducción de su ansiedad, como las autolesiones.
La vuelta al colegio no hizo caer algunos de los indicadores, sino que en algunos casos se retomaron valores encontrados durante el confinamiento. En concreto, las consultas por depresión y tristeza aumentaron un 72,7%. Los menores, según explican desde la fundación, se enfrentaron a las consecuencias de lo sufrido en la pandemia. Con la vuelta a la rutina es con la que la ANAR detecta un impacto del duelo –crecen un 24,5% las consultas– y encuentran los primeros sentimientos de miedo a la muerte, al igual que los sentimientos de agresividad aumentaron un 124,5% y los intentos de suicidio un 200,7%, convirtiéndose en el segundo motivo psicológico más frecuente de consulta.
Un mal uso de la tecnología
El hecho de pasar mayor tiempo en casa, la necesidad de utilizar la tecnología para seguir recibiendo clases hicieron que aumentaran los problemas derivados de ella, que pasaron de un 23,2% a un 29,9%. Los casos de ciberacoso subieron un 264,4%, incrementándose durante las primeras salidas del mes de mayo las consultas de violencia sexual en entorno tecnológicos. El grooming alcanzó los mayores valores durante el mes de mayo (subieron un 466,1%), mientras que el sexting disminuyó en el mismo periodo aunque aumentó durante la nueva normalidad, subiendo un 182,8%. Pero lo más preocupante de la nueva normalidad es la pornografía y la prostitución infantil, que aumentó un 61,6%.