En España, el suicidio es la primera causa de muerte no natural—3.600 personas al año, según los últimos datos disponibles—por delante de los accidentes de tráfico, los accidentes laborales y la violencia de género. Las estimaciones sitúan la cifra de personas que cada año intentan quitarse la vida en 35.000.
Una reclusión prolongada puede aumentar el riesgo de suicidio, según aseguraban en un comunicado conjunto la Fundación Española para la Prevención del Suicidio y la Sociedad Española de Suicidología, que advierte de que el confinamiento «puede fomentar los problemas de salud mental por aumento de cuadros de ansiedad, estrés, depresión o de conducta suicida, o por problemas interpersonales que puedan derivar en estos trastornos o llevar a conductas violentas».
Los organismos lamentan que las autoridades no hayan tenido en cuenta el impacto de sus políticas en salud mental.
«Los profesionales estamos acostumbrados a que no se considere la salud mental (y mucho menos el riesgo suicida) en las consecuencias de las decisiones políticas. Este caso no está siendo una excepción», afirma Andoni Anseán, presidente de la Sociedad Española de Suicidología (SES), en una entrevista con Business Insider España.
Los expertos también alertan sobre las repercusiones que la actual crisis tendrá una vez haya finalizado, ya que «las consecuencias de la paralización de un país, de su actividad económica y laboral, en forma de quiebra económica futura de empresas y familias pueden ser devastadoras a largo plazo para la población».
Mientras que durante el confinamiento parecen haber disminuido las llamadas de ayuda a los servicios de atención al suicidio, todos los expertos anticipan un aumento de casos cuando se levante el confinamiento.
Han bajado las llamadas y las consultas por ideación suicida durante el confinamiento, aunque preocupa la situación de los menores
Javier Jiménez psicólogo clínico de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS) explica a Business Insider España que esperaban una reducción de las consultas y así ha sucedido.
«Antes del confinamiento nos llegaban una media de 4 correos a la semana del familiar de alguien cercano que se había suicidado o lo había intentado. Esos correos han desaparecido en los dos últimos meses», señala Jiménez, que asegura que cree que los intentos de suicidio se han reducido durante el confinamiento.
Coincide con la experiencia de José Manuel Dolader, director del Teléfono Contra el Suicidio (911 385 385) de la Asociación la Barandilla, que asegura a este medio que las llamadas al teléfono han disminuido.
José Luis Perrinó, presidente del Teléfono de la Esperanza de Madrid (717100371), contaba una experiencia similar en una entrevista con El Independiente: aumentan las llamadas por soledad, pero no se registra un incremento de llamadas por ideación suicida.
¿Por qué? A raíz del confinamiento «ha habido un aumento de la protección familiar» a las personas con mayor vulnerabilidad, explica Dolader.
Sin embargo, la Fundación ANAR, advierte de que la situación en menores de edad podría ser algo diferente. Desde el 23 de marzo, su servicio ha atendido 1.787 peticiones de ayuda. La fundación ha puesto en marcha el Chat ANAR para que los menores puedan ponerse en contacto y pedir ayuda de forma segura.
La inmensa mayoría de las consultas son realizadas por violencia intrafamiliar y la fundación también señala que «las ideas e intentos de suicidio es uno de los problemas que más se ha incrementado durante estos días de confinamiento pasando del 1,9% de media el último año pasando a un 8,3% durante estos días».
Realmente no se podrá saber qué está ocurriendo hasta dentro de dos años, cuando el INE recogerá las muertes por suicidio del año 2020.
Hasta ese momento, no sabrá con certeza si los suicidios, que de media se cobran al mes en torno a 300 vidas, han bajado durante este periodo.
Cuándo se levante el confinamiento, la situación cambiará
El hecho de que durante el confinamiento hayan disminuido las llamadas de petición de ayuda, no significa que las medidas y la pandemia no hayan tenido su impacto en la salud mental.
La Organización Mundial de la Salud prevé que los problemas psicológicos se dupliquen a raíz de esta nueva crisis, según subraya Anseán.
Ello, unido a la crisis económica que ya ha comenzado y de la que muchos expertos están advirtiendo, anuncia un aumento de casos de intentos de suicidios.
«Según estudios internacionales de ámbito europeo, la tasa de suicidios aumenta un 0,8% por cada 1% de aumento en la tasa de desempleo. A la vista de la crisis económica que se avecina (de hecho, en la que ya estamos), el desempleo aumentará considerablemente, con su repercusión en la tasa de suicidios», explica Andoni Anseán.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el suicidio es «multicausal y multifactorial», por lo que no se puede establecer una relación causal con un único fenómeno.
«Para valorar el riesgo suicida hay que prestar atención a los factores de riesgo y precipitantes que pueda haber y a la ausencia o disminución de los factores de protección», advierte el presidente de la SES.
«A partir del mes de junio van a aumentar los suicidios», asegura tajante José Manuel Dolader.
Jiménez advierte de que las recesiones económicas vienen acompañadas de recortes en los que la salud mental suele quedar mal parada y esa falta de refuerzo del sistema de atención también provoca un aumento de casos.
Medidas que deben tomarse: ante todo, más inversión
El suicidio es evitable y hay medidas que se pueden tomar para prevenirlo, aseguran todos los expertos, que esperan que el gobierno se prepare para prevenir un aumento de suicidios.
«Aunque sabemos de los riesgos, hay que reactivar la economía y el empleo lo antes posible», asegura Anseán, que lamenta que esa no sea la prioridad del gobierno.
«Como medida paliativa, en caso de prolongarse esta prohibición, se debería reforzar los sistemas de atención a la salud mental, sobre todo los sanitarios, no solo de atención especializada sino también de atención primaria con, por ejemplo, la incorporación de psicólogos a los centros de salud», señala.
«El gobierno debe plantearse alguna medida extra en salud mental», reflexiona también Dolader, que cree que algunas administraciones se están dando cuenta ahora de la importancia de los servicios de atención inmediatos para la prevención.
El presidente de la asociación la Barandilla señala que, durante la pandemia, se han habilitado varios teléfonos de atención psicológica, y valoraría positivamente que las iniciativas se mantuvieran tras levantarse el confinamiento.
El Consejo General de la Psicología junto con el Ministerio de Sanidad, por ejemplo, puso en marcha un servicio telefónico para atender a la población con ansiedad por la situación, a familiares de pacientes y a profesionales en primera línea contra el COVID-19.
La propia Asociación la Barandilla va a celebrar su I Maratón por la Prevención del Suicidio para apoyar a su teléfono y reclamar al gobierno un Plan Nacional de Prevención del Suicidio, algo que muchos consideran necesario para armonizar las políticas de prevención y actuación en todo el territorio.
Para Javier Jiménez, la solución es tan complicada como simple: «invertir en salud mental». El psicólogo describe toda una serie de problemas estructurales—como la falta de formación de los psicólogos en prevención de suicidios (ninguna facultad de psicología tiene una asignatura que enseñe a detectar e intervenir sobre la conducta suicida) y la saturación del sistema de salud mental— que son difícilmente subsanables a corto plazo.
«No sirve de absolutamente nada que te digan que tu psicólogo te va a ver dentro de dos meses y medio», lamentaba Junibel Lancho, directora clínica del Hospital de Día Lajman y responsable del Teléfono contra el Suicidio, en una entrevista anterior con Business Insider España.
Las cifras hablan por sí solas. Según los datos del Consejo General de Psicología de 2016, España tiene un ratio de 4,3 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, frente a los 18 por cada 100.000 que tiene como media la Unión Europea.
Las cifras del mismo año señalan que España invierte en salud mental 5,5 euros por cada 100 que destina al gasto total sanitario, una cifra inferior a la media de la UE, que alcanza los 7 euros.
En cuanto a los psiquiatras, con algo más de 10 especialistas por cada 100.000 habitantes, España se sitúa como el cuarto país con menos psiquiatras de la Unión Europea, donde la media es de 18.
Por eso, el escepticismo de Jiménez sobre lo que se pueda conseguir en pocos meses no es infundado. Para paliar la situación de aumento de suicidios que los expertos esperan tras el confinamiento, el psicólogo aboga por, por lo menos, «disminuir la ratio de pacientes por psicólogo y aumentar la frecuencia de las citas en salud mental».