Cada día unas diez personas se quitan la vida en España, y otras 20 lo intentan
Con frecuencia el suicidio ha sido silenciado tanto por las Administraciones Públicas como por los medios de comunicación y, en general, por la sociedad. En la actualidad, nuevas evidencias apuntan a la necesidad de visibilizar y concienciarse de este problema para reducir su incidencia. “Si nos enfrentamos a esta realidad, será posible desmontar los mitos y prejuicios que rodean a la conducta suicida. El objetivo es poder ofrecer ayuda a quien la necesita y trabajar en la prevención”, ha dicho Nel A. González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España, en un artículo publicado en el último número de la Revista Cermi.
En 2017, un total de 3.679 personas fallecieron por suicidio en España, de las que 2.718 fueron hombres, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). “Cada día fallecen en nuestro país diez personas por esta causa, y una media de seis personas se ven afectadas íntimamente por cada uno de los fallecimientos. Además, debemos tener en cuenta que por cada una de estas muertes, se estima que hay otras 20 personas que lo intentan”, ha apuntado González Zapico.
Por su parte, el Dr. Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), está convencido de que estas cifras se pueden reducir de forma considerable con un buen plan de prevención. El también director del Instituto de Salud Mental y Psiquiatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid destaca que el suicidio está relacionado con los trastornos mentales, los grandes traumas y otros factores de la personalidad. Así, entre el 65 y el 95 por ciento de los casos de suicidio están vinculados con los problemas de salud mental, según la Organización Mundial de la Salud. La mortalidad por suicidio de las personas con esquizofrenia es nueve veces mayor que en la población general, y en la depresión mayor el riesgo se multiplica por 21.
Sin efecto llamada
Por otra parte, las informaciones relacionadas con el suicidio no producen un efecto llamada, según una de las principales conclusiones de un debate organizado recientemente por la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS). Javier Ayuso, coordinador del Servicio de Información de Emergencias 112 de la Comunidad de Madrid, comentó que, “lógicamente, hay que hablar de ello, hay que visualizarlo; la cuestión es cómo lo visualizamos. No podemos hablar de los casos de suicidio como un suceso más”.
Por su parte, Pilar Aparicio, directora general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, señaló que la información no debe tratarse “de forma sensacionalista”. “Es fundamental informar qué tipo de recursos tienen estas personas para solventar su difícil situación y no describir el método específicamente, ni con fotos ni con ninguna otra representación, para que no pueda servir de efecto llamada”. Otro consejo de Pilar Aparicio fue no tratar la noticia “de forma repetitiva”, y establecer enfoques positivos, como, por ejemplo, presentar a personas que consiguen superar esa situación.
“Es una conducta, no un trastorno”
El psiquiatra José Luis Pedreira Massa, vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales, puntualizó que el suicidio no es un trastorno, sino “una conducta, que es prevenible”. Por ello, las informaciones deben fomentar la labor preventiva y hablar de “los rescatadores”, es decir, las personas o los lugares a donde se puede acudir cuando vienen estas ideas a la cabeza.
En la misma línea, Guillermo Lahera, secretario general de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), es partidario de “informar sobre el suicidio de forma clara y nítida, sin sensacionalismo ni detalles escabrosos”. “Antes de informar, el periodista debe empatizar con la persona fallecida, la familia y allegados, que están sufriendo una auténtica tragedia, así como con las poblaciones vulnerables y con riesgo de suicidio”.
Formación especializada
Por parte de la Administración pública, González Zapico considera necesario trabajar para detectar de forma precoz el riesgo suicida, mejorar la coordinación de los servicios de emergencia y la detección por parte de los equipos profesionales de la salud. Además, deben implantarse protocolos para asegurar una correcta atención por parte de los profesionales sanitarios, así como impartir formación especializada a personal que interviene en situaciones de crisis, profesionales de entidades sociales, docentes, etc.
“Un intento de suicidio no es una llamada de atención, como todavía muchas personas creen, ni es una cuestión de valentía o cobardía: es la máxima expresión de un terrible sufrimiento que debemos comprender, en primer lugar, para posteriormente intentar evitarlo”, señala el presidente de la Confederación Salud Mental España, quien solicita implantar un servicio telefónico de atención al riesgo suicida que sea gratuito, accesible y que se pueda recordar fácilmente, atendido por profesionales especialistas