Suicidio. Hablar es prevenir

El suicida ¿es valiente? ¿es cobarde?… Ninguna de las dos cosas, aún son muchos los prejuicios y falsos mitos que debemos desterrar en torno al suicidio.

El suicida es una persona que no quiere morir, es una persona que lo que quiere es dejar de sufrir. Por lo general, tiene un sentimiento ambivalente sobre la vida y la muerte, y su deseo de morir es inversamente proporcional a la felicidad que siente. Porque este grave problema de salud pública está íntimamente relacionado con la infelicidad y la desesperanza. La felicidad de las personas, una cuestión que socialmente deberíamos intentar cuidar más; seguramente una sociedad más colaborativa y solidaria merecería más la pena y nos protegería más frente al suicidio.

Los suicidios son la principal causa de muerte no natural en España, lo que los convierte en una urgencia de salud pública. Cada día 10 personas se quitan la vida.

No hacer nada y permanecer en silencio no es una opción válida. La evidencia científica demuestra que hablar y deshacer el tabú contribuye a la prevención. Mirar hacia otro lado pensando que es una cuestión que afecta a otras familias, a otras personas, es un engaño. Nadie está exento de caer en una conducta suicida. El suicidio afecta a personas de cualquier edad, cultura o grupo poblacional, y especialmente a grupos vulnerables y población de riesgo, como los menores, los mayores, las mujeres en situación de violencia de género y las personas sin hogar.

En los últimos 17 años vemos como ha aumentado esta cusa de muerte prevenible. En el año 2.000 se registraron 3.393 personas fallecidas por suicidio. En el año 2.014, hubo un pico importante con 3.910 suicidios. Y los últimos datos disponibles de 2.017, muestran un registro de 3.679 personas fallecidas. Aunque se puede decir que existe un infra registro, y si se empezaran a recoger con más celo los datos se vería que hay un aumento de casos, y también de tentativas, pero no sería un aumento en sí mismo, sino que el gap entre la realidad y contabilidad oficial se reduciría.

Además de los suicidios cometidos, hay que tener en cuenta las tentativas. La OMS asegura que por cada suicidio consumado se producen veinte tentativas, las mujeres realizan casi el doble de tentativas de suicidio que los hombres, según esto, 200 personas intentan quitarse la vida en España al día.

La tentativa de suicidio es el factor de riesgo más importante. La estimación es que el riesgo en estas personas es 100 veces superior a la población general y 4 veces más respecto a personas con trastorno de salud mental. El 50% de las personas que se suicidan han presentado tentativas previas. Por lo que es fundamental para prevenir detectar y monitorizar las tentativas y para ello contar con un sistema de información que proporcione datos de calidad y accesibles.

Este sufrimiento no termina en la persona con conductas suicidas. Los suicidios y los intentos de suicidio afectan directa e indirectamente a otras personas, y generan un grave impacto individual y colectivo. Se estima que cada suicidio afecta de forma directa entre 6 y 14 familiares o amistades. Por lo que hay que hablar de suicidio para prevenirlo, y cuando se hable de ello también tienen que ser tenidos en cuenta los familiares y amistades. Como sociedad debemos fijarnos como misión acabar con el estigma que arrastra el suicidio. Apostar por la empatía, la compasión y la solidaridad versus la culpa. Las sociedades que pierden estas cualidades pierden calidad humana. Lo mismo sucede con las personas.

Levante

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