“Hace unos días, y con solo 22 años, un chaval de mi pueblo se pegaba un tiro en la cabeza (supuestamente) por deudas de juego. En ese momento la calle se llenó de preguntas: ¿por deudas? ¿con 22 años? ¿cuántas? ¿cómo?
“Hace unos días, y con solo 22 años, un chaval de mi pueblo se pegaba un tiro en la cabeza (supuestamente) por deudas de juego. En ese momento la calle se llenó de preguntas: ¿por deudas? ¿con 22 años? ¿cuántas? ¿cómo? Hemos hablado del suicidio, de la depresión, de la ansiedad, mil veces en este perfil. La ludopatía puede considerarse una enfermedad mental más”, comienza Menéndez en un hilo en el que desgrana cómo funciona la mente en estos casos.
Ella lo explica así: “El sujeto asimila la recompensa a un acto. Meto monedas en una tragaperras, me da premio. Pongo una ficha en una casilla de la ruleta, me da premio. Mi equipo gana, me da premio. Cuantas más monedas meto, más premio gano. Cuantos más partidos apuesto, más premio gano. Pero también con el fracaso: cuanto más pierdo, más juego para recuperar. Más veces le doy a la palanca para que salga la golosina”. Acompaña su explicación con el experimento de un ratón y las golosinas que puede verse en un vídeo al que enlaza.
A quienes apuestan en los juegos de azar se les cataloga en tres tipos. Por un lado, continúa el hilo, estaría el “jugador lúdico”, que es aquel que lo hace de manera ocasional y “por placer o sociabilidad”. Después estaría quien tiene un problema porque “juega diariamente y con gasto económico elevado”. Y por último el considerado “jugador patológico”, que es quien “pierde el control totalmente y tiene una dependencia emocional con el juego”. Según, Menéndez, “el riesgo de suicidio en los jugadores patológicos es seis veces superior al del resto de la población. La adicción aumenta la desesperación, la falta de control y genera un cuadro depresivo”.
Además, como añade, la adicción al juego implica muchos más problemas que las pérdidas económicas, no hay que olvidarse de los “conflictos familiares, laborales, sociales… y hasta jurídicos” que puede implicar. Porque por culpa de la ludopatía se pueden, como recuerda esta tuitera, romper parejas, familias, amistades y acabar perdiendo el trabajo o en un juzgado por culpa de las deudas adquiridas.
Menéndez señala en su hilo que “el aislamiento social, la falta de recursos y la exposición constante al juego incrementan el riesgo de que esa depresión acabe en suicidio” y pone como ejemplo la noticia publicada hace unos días de un doble suicidio en Orense en la que se mencionaba que la madre era ludópata sin dar más explicaciones ni ahondar en ello. “Nadie nos explica por qué este factor es tan importante a la hora de determinar que ambos se suicidaran. Se marca a la mujer como una adicta al juego pero no se explica por qué la adicción al juego era un grave factor de riesgo para que terminara en suicidio”, se lamenta esta tuitera.