Los índices de suicidios entre las Primeras Naciones, los Metis y los Inuits de Canadá son netamente superiores entre 2011 y 2016 que los observados durante el mismo período en el seno de la población canadiense en general, según datos revelados este viernes por Estadísticas Canadá.
Entre los Inuits, el índice es 9 veces más elevado que el de la población canadiense y entre las Primeras Naciones es 3 veces superior. Por otro lado, entre los indígenas de las Primeras Naciones que viven en reservas es casi el doble que para los que viven fuera de las reservas. La tasa de suicidio entre las personas que han declarado ser Metis fue 2 veces más elevada que entre los canadienses en general.
La agencia federal de estadísticas observó que las tasas de suicidio y las disparidades eran más elevadas entre los jóvenes de 15 a 24 años de sexo masculino de las Primeras Naciones, así como entre los hombres y las mujeres Inuit. Sin embargo, la agencia notó en estas estimaciones a nivel nacional que un poco más de 60% de las diferentes naciones indígenas presentaron un índice de suicidio nulo.
El estudio de Estadísticas Canadá atribuye esta diferencia a varios factores de riesgo de deceso por suicidio más elevado entre las Primeras Naciones, los Metis y los Inuits que entre los canadienses en general. Entre estos factores de riesgo se encuentran en general los ingresos de las familias, el nivel de escolaridad, el estado matrimonial, el hecho de vivir o no en una reserva y la talla de la comunidad.
Estos factores representaron un porcentaje importante del riesgo más elevado de suicidio de 78% de miembros de las Primeras Naciones, de 37% entre los Metis y de 40% entre los Inuit mayores de 25 años.
La agencia federal de recopilación de datos recuerda que estudios anteriores han documentado ampliamente las repercusiones de la colonización, de los pensionados impuestos a los niños indígenas durante los siglos XIX y XX, del retiro de la potestad de los padres y las familias indígenas sobre sus hijos durante “las redadas de la década de los 60”, así como la deslocalización forzadas de las comunidades.
Estas acciones provocaron rupturas de las familias, de las comunidades y de las estructuras políticas y económicas, la pérdida de sus idiomas ancestrales, de su cultura y tradiciones, la exposición a malos tratos, la transmisión intergeneracional de traumatismos y la marginalización. La agencia asocia todos estos factores a los altos índices de suicidio entre estos pueblos indígenas canadienses.