En las últimas cuatro décadas, los suicidios han aumentado 60% alrededor del planeta. La Organización Mundial de la Salud estima que cada año se quitan la vida, al menos, 800,000 personas; es decir, alguien fallece cada 40 segundos por esta vía. Y aunque, según sus estadísticas, los afectados suelen encontrarse entre los 15 y 44 años de edad, admiten que es un problema complejo en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales, por lo que frenarlo no es cosa sencilla.
No existe un perfil específico
Si bien la depresión es uno de los motivos principales que lleva a alguien a este acto, no siempre es evidente. En la mayoría de los casos la tragedia llega de sorpresa a la familia, quien siente culpa por no haber notado que su ser amado requería ayuda. Tal fue el caso de la diseñadora Kate Spade, quien se quitó la vida el pasado 5 de junio. Sus familiares aseguran que estaba en tratamiento por depresión desde hacía cinco años, pero parecía estar todo bajo control.
Según el psicólogo Alex Lickerman, autor de The Undefeated Mind, la mayoría no busca la muerte de quienes recurren al suicidio, sino el cese de la existencia. Una diferencia importante, pues significa que, de haber una tercera opción, quizá la tomarían, sólo que están en un momento abrumador en el cual no pueden verla.
Lickerman dice que si sospechamos de que alguien cercano podría encontrarse en riesgo, le preguntemos de frente si tiene pensamientos suicidas. Suena duro, pero es parte de la pérdida de tabús a la que se refiere la OMS y podría hacer la diferencia.
Algunos focos rojos:
- Tienen una visión preocupante acerca del suicidio.
Cualquier comentario respecto al tema debe ser tomado en serio. Puede venir en forma de broma o ironía, pero si el asunto se pone en la mesa, es necesario prestar atención. Si alguien lo menciona, es porque ha pensado en ello. “Hablarlo no le dará la idea de hacerlo, pero ésa es la razón principal por la cual la gente no lo discute”, asegura el terapeuta y conferencista Kevin Gilliland. “Conversar salva vidas, así como dejarles saber que no es inusual que la gente en su situación tenga esos pensamientos”. Se cree que una persona suicida tocará el tema al menos con un individuo antes de hacerlo.
- Sienten culpa y ansiedad.
Estos sentimientos son dos de los más influyentes en la decisión. Si alguien considera que ha fallado en una relación, en el trabajo o en la escuela y esto los perturba, se vuelve difícil ver hacia adelante. “La creencia de que el mundo sería un mejor lugar sin ellos y sin sus errores es una de las ideas que más conducen al suicidio”, asegura Lickerman. El afamado chef Anthony Bourdain, quien en plena cumbre de su carrera decidió poner fin a su vida, declaró el año pasado que debía vivir con la vergüenza de haber sido adicto a las drogas cuando tenía 20 años, y había ofendido y decepcionado a tanta gente que le resultaba difícil aceptarse. Cualquiera que sea la posición social o económica de una persona, estos conflictos internos afectan por igual.
- Caen ante la impulsividad.
Hasta 80% de los suicidios se lleva a cabo con poca planeación. Esto significa que motivados por una discusión fuerte o unas copas de más, la gente recurre a ello sin pensarlo mucho. “He visto casos de adolescentes arrepentidos de tomarse un frasco de pastillas cuando ya es tarde y han hecho daño permanente a sus cuerpos”, dice Lickerman. Si notas que alguien comenzó a beber más que de costumbre, es tiempo de intervenir. “El abuso de sustancias suele llegar por causa del estrés, y a su vez, esto conduce a una sensación de desesperanza, una combinación peligrosa”, dice Gilliland.
- Cambian su ritmo.
Si dejan de disfrutar sus actividades favoritas, o pasaron de tener un ánimo triste a uno extático, pueden estar al borde de una crisis. Habla con la persona de los cambios que has visto, sobre todo cuando su actitud parece haber mejorado de la noche a la mañana. “Ésta puede ser una de las señales confusas que indique que han decidido terminar con todo”, dice Gilliland. Si alguien parece haber hallado paz luego de un tiempo de lucha, hay que asegurarse que sea genuina.
¿Qué hacer si tienes pensamientos de este tipo?
Los motivos que llevan a alguien a pensar en esta acción son difíciles de definir por la persona que los sufre, pues involucra un trastorno de percepción, el cual provoca ver el mundo entero con dolor, en lugar de enfocarse en un suceso en específico que podría tener solución. Ver tus penas a través de los ojos de otro más podría cambiar tu perspectiva de la situación, además de que el dolor podría aligerarse si se comparte. Según la visión de los psicólogos expertos en el tema, la mayoría de las personas que ha recurrido al suicidio cambiarían de opinión si tuvieran una segunda oportunidad. Acércate a un conocido para hablar de tus sentimientos o busca ayuda profesional, siempre hay otra salida.
Para alertar a la sociedad del problema, la OMS instauró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, el 10 de septiembre.
El fenómeno “13 Reasons Why”
Después del éxito de esta serie que retrata las razones por las cuales una adolescente decide quitarse la vida, se reportó que más personas se sentían inclinadas a hacer lo mismo. Según sus detractores, se debe a que el show presenta el suicidio de manera simplificada y sin verdadera justificación por parte del personaje central.
Lo paradójico, también es el punto ancla de sus defensores, pues dicen que no se necesita sufrir una experiencia aparatosa para pensar en ello. Es decir: lo que hiere a alguien es tan personal como inexplicable y es necesario mantenerse alertas.
Cualquiera que sea tu opinión del programa, lo relevante es recordar el cuidado de la salud mental y, en especial, la lección de no subestimar el dolor ajeno.
Para 2020, 2.4% de las muertes a nivel global será por suicidio, comparado con el 1.8%. FUENTE: OMS.
La empatía es cura
Después de verse envuelto en un escándalo de pornografía infantil, el actor Mark Salling se quitó la vida el pasado 30 de enero. Había estado aislado de su familia por vergüenza de sus problemas legales y no quería hablar con nadie.
El desahogo es un elemento importante de la prevención, por lo que es vital mantenerse pendiente y escuchar con atención si alguien te cuenta sus conflictos, y sobre todo, no minimizarlos.
Cuando una persona se encuentra batallando con una situación, aunque a ti no te parezca relevante, abre tus oídos y nota el impacto que está teniendo en ello, también señala las diferencias que has visto en su conducta, quizá lo desbordante de la situación provoque que ella no lo haya notado y, por último, dale seguimiento. No bastará con hablar sólo una vez.