La Organización Mundial de la Salud ha certificado que de los 900.000 casos de suicidios que cada año se registran, el 84 % ocurren en países con ingresos bajos. Igualmente dramático es que uno de cada dos humanos que deciden quitarse la vida viven en China o la India. Pero en China el asunto tiene rasgos de epidemia. La primera causa de muerte entre las mujeres jóvenes menores de 30 años y mayores de 15 son razones ligadas a embarazos y partos no deseados. La segunda es el suicidio.
Es que en China las mujeres se quitan la vida mucho más frecuentemente que en Occidente. En suelo chino por cada hombre suicidado hay una mujer, mientras que los índices planetarios arrojan que por cada mujer que lo intenta hay 4 hombres. Por otro lado, este suicidio con rostro de mujer ocurre mucho más como la expresión de una decisión voluntaria que como un proceso patológico originado por una enfermedad mental. En el mundo, por el contrario, los trastornos psicológicos o psiquiátricos inciden determinantemente en la formación de las conductas suicidas.
Muchos de los suicidios de mujeres en China son el resultado de una escogencia deliberada entre las jóvenes que quedan embarazadas sin haber obtenido previamente el permiso que las autoridades deben extender a toda mujer que desea procrear. El terror que genera la política de abortos forzados entre las embarazadas lleva a un número elevado de estas mujeres a optar por quitarse la vida, y hacerlo igualmente con el bebé que llevan en el vientre, antes que caer entre las manos de quienes por tarea provocan y practican el aborto del hijo no permisado. La consecuencia de estos salvajes procedimientos que se administran hasta bien avanzado el embarazo – contra toda sensatez médica y humana- es, frecuentemente, la muerte trágica de la madre junto con el hijo.
El gran problema es que China, por variados motivos, no puede ser objeto del mismo tratamiento que el resto del mundo en el esfuerzo que se realiza internacionalmente para doblegar la tasa de suicidios. Por una parte, porque el número de las muertes de mujeres autoinfligidas es descomunalmente mayor allí -el 56 % de las mujeres que se suicidan en el mundo son chinas- y por otra porque el fenómeno tiene raíces diferentes, particularmente en lo cultural: ni la religión ni la sociedad ni la ley proscriben el suicidio. Un significativo número de suicidios femeninos los originan asuntos de honor. La actitud hacia estas decisiones personales está ligada a virtudes confucianas, para las que quitarse la vida puede ser una manera de pagar por una humillación o una forma de protesta silenciosa o un gesto de solidaridad con un marido muerto.
Otra razón de inmenso peso para otorgar al fenómeno chino un trato diferenciador, es que detrás de un número muy significativo de suicidios está la aplicación de una política estatal: la «ley de un solo hijo» que a pesar de constituir una violación a un derecho individual continúa vigente en su letra y en los mecanismos de represión gubernamental que se practican. En los EE. UU. los estudiosos de este tema han logrado determinar que esta disposición obligatoria china es la política pública que más violencia genera a escala del mundo entero.
Honestamente creo que uno de los motivos por lo que China e India tienen un porcentaje muy alto de suicidios es por su cultura, esa irracional manera de educación en la que no se admite la fustración y el suicidio está visto como una manera «decente» de limpiar cualquier tontada por fragil que sea. Es una realidad. Ese tipo de culturas incitan a los suicidios «por honor», Un saludo¡¡¡
Es cierto, hasta hace poco el suicidio en China tenía mucho componente cultural. Hoy en día ya no se ve tanto como un tema «de honor», de hecho las autoridades Chinas ya están tomando posiciones con respecto a la prevención del suicidio. De todas formas, que duda cabe, que la herencia cultural de un país tarda en erradicarse. Un saludo!!!