Hay una pregunta que las personas se hacen con frecuencia: ¿Por qué los jóvenes se están suicidando? No es fácil ni sencillo responde a una pregunta que en apariencia se presenta como simple, pero que realmente es muy compleja. Consultamos al doctor Leonardo Aja Eslava, catedrático e investigador, para ahondar sobre este tema.
El doctor Aja Eslava es del criterio de que el suicidio es un fenómeno que está condicionado por factores de diferentes orígenes: biológicos, familiares, ambientales, circunstanciales y culturales. Al detallar dentro de algunos de los factores identificados como riesgosos para la ocurrencia del suicidio, se encuentra el consumo de sustancias psicoactivas y esto incluye también al alcohol. Y aquí nos encontramos con otra realidad: Colombia tiene vergonzosamente uno de los primeros lugares en cuanto al consumo de alcohol en menores de edad. Y también es inquietante que la edad en la cual se presenta los primeros consumos es bastante precoz: alrededor de los 10 – 11 años. Las evidencias científicas son muy contundentes al afirmar que el inicio del consumo de sustancias psicoactivas en la niñez o pubertad, no se constituye en un buen predictor de la salud mental.
El último estudio nacional de consumo de sustancias psicoactivas en Colombia, publicado en el año 2008, indicó que el 12.2% de las personas encuestadas presentan un patrón de consumo de alcohol que puede denominarse como perjudicial o riesgoso. Haciendo las restitución poblacional, esto podría equivaler a 2.4 millones de personas aproximadamente.
Por otra parte, se encontró que entre los 12 y 24 años está concentrado el 66% de las personas que dijeron haber consumido en el último mes. De otra parte, según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, las tasas más altas de suicidio se ubican entre los 15 y 24 años.
Entonces, no hace falta ser demasiado inteligente para poder observar cómo los datos de consumo de alcohol tienden a sobreponerse con los datos de suicidio. La pregunta lógica es: ¿Qué debemos hacer?
Negligencia de los adultos
Existe una paradoja: Las campañas de prevención de consumo de sustancias están dirigidas a los jóvenes, pero el consumo de alcohol en menores de edad es sin lugar a equívocos un problema de franca y absoluta negligencia de los adultos. Sin que suene a justificación, es entendible que los padres no se percaten fácilmente que su hijo está fumando marihuana: ellos se blindan y se protegen hábilmente para no ser descubiertos.
Pero, ¿su habilidad llega tan alto que sus padres no se den cuenta de las terribles borracheras en las que pueden llegar a la casa? Definitivamente no. Es así, que si se quiere hacer algo al respecto de la prevención del suicidio, obligadamente se debe abordar también la prevención del consumo de sustancias y sobre todo, hacer mucho énfasis en el consumo de alcohol. Y parte de la prevención, implica obediencia ciudadana de la ley, por parte de los adultos. Eso se traduce en no suministrar, regalar, vender, obsequiar o facilitar alcohol a los menores de edad. Recordemos que no todos los menores de edad “se sacan el trago de la casa”, la mayoría de las veces lo compran en establecimientos públicos.
Alcohol y depresión
Para finalizar, son extensas las evidencias que señalan cómo el consumo abusivo de alcohol puede inducir estados depresivos o si no, agravar una condición preexistente. Así mismo, si la persona tiene ideas suicidas latentes, el alcohol puede aumentar los niveles de impulsividad y pérdida de control. Aquella frase popular que justifica los abusos del alcohol para lidiar con una “tusa”, por aquello de pretender ahogar las penas, no tiene en consideración que ellas están hechas de corcho, son excelentes nadadoras y utilizan salvavidas.
Entonces, si queremos ayudar a bajar las cifras de suicidios en la juventud, una estrategia es actuar fuerte y contundentemente en proteger a los niños, niñas y adolescentes frente al consumo de alcohol y otras sustancias. Es una responsabilidad total y absoluta de los adultos.
Si somos tan cuidadosos y esmerados en evitarle rayones al carro, ¿por qué no somos igualmente diligentes en evitar que se les raye la cabeza a nuestros hijos?