Esta semana, un empleado de Amazon saltó desde la azotea de la sede de la compañía, de 12 plantas, en la ciudad de Seattle. El intento de suicidio, como lo ha calificado la policía de la ciudad, se saldó simplemente con heridas físicas. Sin embargo, las circunstancias en las que el desesperado acto han tenido lugar muestran que el verdadero problema era mucho más profundo y que afecta a un gran número de los empleados de la compañía, por no decir a todos.